La referenta dialogó con la Agencia de Noticias Científicas sobre los inicios de la organización y la importancia del conocimiento científico en la búsqueda de identidad.
A pocos días de que la sociedad se vuelque una vez más a las calles al grito de Nunca Más, la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ dialogó con Estela de Carlotto. En esta entrevista, la referenta de los derechos humanos rememora los inicios de la organización y destaca el papel de la ciencia en la identificación de nietos y nietas hijos de desaparecidos. Además, recalca la importancia de que haya universidades públicas a lo largo y ancho del país y el rol de la Universidad Nacional de Quilmes en colaboración con Abuelas. “Las Abuelas somos muy respetadas y queridas, nos alienta el amor de la gente buena. El día que no haya ninguna abuela, la lucha la seguirán los nietos”, expresa.
-¿Cómo recuerda su acercamiento a Abuelas?
-Fue en 1977, cuando mi marido fue secuestrado y liberado 25 días después en un estado de salud muy violentado y luego fue secuestrada mi hija Laura. Empecé a ver quién podía ayudarme, la buscaba en comisarías, daba con abogados o jueces que no nos recibían o nos estafaban. Nunca me imaginé la depredación que hacía ese gobierno militar al crear miles de campos de concentración y lugares que aparentaban ser comisarías pero eran espacios de cautiverio, drogas y muerte. Nelva Alicia Méndez, la mamá de María Claudia Falcone, que es una de las niñas que mataron en la Noche de Los Lápices, me dijo: “¿Estela por qué estás buscando sola? Hay otras señoras en tu misma situación buscando sus desaparecidos”. Me uní y traté de conciliar mi tarea de docente con las horas que me reunía con estas señoras que estaban algo organizadas. Ellas son las Abuelas de siempre, mis compañeras de vida.
-Con ellas inició la búsqueda de algún método que permita identificar nietos…
-Nosotras teníamos la duda de si se podía identificar a un nieto sin tener al padre o a la madre presente porque estaban desaparecidos. Vimos una nota en un diario de La Plata en el que se había confirmado que un hombre era padre de un bebé mediante la sangre. Fue esa palabra la que nos hizo pensar que nuestra sangre podía servir. Viajamos por varios países de Europa donde los científicos nos decían que no era posible hasta que llegamos a Nueva York.
-Allí dieron con el genetista Víctor Penchaszadeh y el índice de abuelidad…
-Claro. Él nos dijo que lo iban a estudiar y ese mismo año luego de algunos congresos con expertos en sangre y en herencia familiar, nos dijeron que la respuesta era que sí, era posible. En 1982 sucedieron dos cosas maravillosas en Argentina por intermedio de nuestra gestión: por un lado, la creación de un Banco de Datos Genéticos en el Hospital Durand y, por el otro, la aparición de los antropólogos forenses que nos trajeron su experiencia para identificar los restos. Esto fue una experiencia que se repitió en el mundo.
-¿Y la sensación de encontrar un nieto hoy por hoy sigue siendo igual que la primera vez?
-Por supuesto. Todavía tenemos que encontrar 300 nietos con la gran dificultad de que ya son grandes y pueden estar viviendo en cualquier parte del mundo. Así, tenemos una red europea con el fin de localizar a estos nietos y contamos también con la ayuda del Estado argentino que puede hacer que la extracción de sangre se haga en esos países y se envíe a Buenos Aires sin la necesidad de que los posibles nietos viajen. Es mucho más sencillo que antes, la ciencia avanzó muchísimo y el Banco Nacional de Datos Genéticos, único en el mundo, trabaja incluso con otros datos, como bebés robados o de madres que los abandonaron y lo buscan sus familiares.
-Lo importante es que la ciencia esté al alcance de todo el mundo.
-Sí. Todo avance de la ciencia nos sirve a las Abuelas. Imaginate que tenemos una institución que tiene abogados, genetistas, psicólogos; son once equipos que trabajan de diferentes maneras. Las Abuelas ya estamos grandes, por ejemplo, tengo 92 años y estoy deseando tener la mente fresca para seguir luchando. En caso de que no, sé que ya está el reemplazo y el día que no haya ninguna abuela, siguen los nietos.
-Es algo que se nota cada 24 de marzo con la cantidad de gente de diferentes edades que se vuelca en las calles…
-Hay un respaldo muy importante y que siempre es necesario. Están los otros que son los que no nos quieren, que niegan y ofenden cuando nosotras simplemente somos la porfía del amor. El amor es lo único que nos mueve, ni odio ni rencor.
-¿Qué piensa cada vez que alguien pone en duda los 30 mil desaparecidos?
–Es mala gente que expone sus dudas sin ningún argumento y trata de decir que mentimos. Es la parte mala que hay en cualquier país del mundo, pero como las Abuelas somos muy respetadas y queridas, nos alienta el amor de la gente buena.
Finalmente, Carlotto dijo "quiero mucho a la Universidad Nacional de Quilmes porque es enorme el apoyo que nos brindan. Hemos compartido momentos educativos con los alumnos, nos han hecho menciones y existe un gran interés por no olvidar. Admiro esta Universidad y espero seguir yendo muchas veces más, son nuestros amigos de siempre".
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