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RECUPERAR LA CREDIBILIDAD EN LA POLÍTICA

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  • Lunes, 30 de Noviembre de 2020

Columna política a cargo del Lic. Orlando Vera



En la Argentina, desde hace muchos años que la actividad política está siendo vapuleada, no por capricho de nadie, sino por acciones concretas de muchas de las personas que en los últimos años vienen siendo elegidos por la mayoría, mayoría que espera con una cuota de esperanza que el bienestar de la gente sea cada vez mejor y la realidad nos dice que no es así.

Acostumbrados a vivir en crisis recurrentes, los argentinos miran con desconfianza a todas y todos los que aparecen en escena, como sabiendo que en algún momento aparecerá una acción que los llevará a perder la poca o mucha confianza depositada en los titulares de cargos públicos. Es que a un pueblo sufriente como el nuestro no puede pedírsele hoy otra cosa a esta altura de la vida en democracia por las experiencias que han vivido: casi el 50 % de la población dentro de la línea de pobreza es inaceptable hoy y en ningún momento.

Desde el terreno de la justicia en tanto valor, esta idea que hay sobre la actividad política no es precisamente justa, porque en tanto actividad la misma es de las que más profundamente puede y, de hecho debe, cambiar el estado de situación de la población para que en nuestro extenso y rico país la gente viva mejor.

Las instituciones son en definitiva corporizadas en personas que cumplen diferentes roles en ellas. En la democracia, las instituciones cobran mayor sentido en tanto producto de la voluntad del sistema que reconoce mayorías y minorías.

Si bien las personas que ejercen los cargos son las que tienen la mayor responsabilidad de cambiar la visión que existe sobre la actividad política, esto por sí solo no aparece como una solución posible.

Personalizar en política viene siendo el mecanismo que a la sociedad le resulta más cómodo, en esta suerte de metamorfosis cada vez más profunda de la representación política en los términos del pensador francés Manin donde pasamos de una democracia de partidos a una democracia de audiencias. Desde la irrupción de lo audiovisual cada vez mayor fuerza, las referencias a quien es el candidato y cómo impacta en la gente es el centro de la atención y no lo que propone, además de un ejército de asesores que piensan en todos los aspectos de la imagen que ayuden a construir una representación en la sociedad.

Entonces, al desinterés y apatía de la población se le adaptó un mensaje cada vez más efectivo en captar las audiencias, centrados en como lucen los candidatos y no que piensan, en una especie de cacería virtual de voluntades que, en un contexto de empobrecimiento generalizado como el actual, se mezcló con la compra de voluntades por diferentes prebendas cada vez más aceitado, lo importante parece conseguir esas mayorías, no importa cómo ni a que costo.

Los partidos políticos perdieron centralidad en la práctica en esta pulseada con lo audiovisual y el culto a la imagen, lo que también generó que los partidos poderosos del comienzo de la democracia de los ’80 que ocupaban la gran mayoría de las preferencias electorales se fragmentaran, con fuga de dirigentes tratando de construir su influencia personal en la sociedad a partir de crear nuevos partidos con menor densidad y presencia, en un diálogo individual con la sociedad, pero que ante la escasa o, en todo caso fluctuante, adhesión tomaron en la mayoría de los casos la definición de generar alianzas con los mismos partidos de los que se habían retirado. Había empezado la etapa de las alianzas que hasta la fecha aparece como una respuesta del sistema que busca cohesionar la fragmentación de las preferencias electorales del sistema en Argentina.

¿El debilitamiento de los partidos políticos tuvo alguna consecuencia? Claramente si, que la responsabilidad solo quede en el candidato y, peor aún, en la imagen que ellos proyecten bajo la idea de un laboratorio que monitorea como vender mejor esa proyección, nos da la primera consecuencia de gravedad en la calidad de vida, porque cambió el orden de importancia de las cosas, la imagen le ganó a las ideas y con ello la proyección de la sociedad que estas traen perdieron sentido. Otra consecuencia fue la fragmentación de los partidos políticos, ampliando el número de partidos políticos presentes en el país y forzando la necesidad de alianzas que traigan algo de cohesión, pero trayendo un sinnúmero de nuevos problemas cuando las mismas no fueron producto de consensos sobre que hacer con la sociedad sino de que hacer para ganar elecciones solamente.

Después de este breve encuadre y entendiendo que nunca podemos mencionar una sola causa, sino que en las sociedades modernas, cada vez más complejas, la multicausalidad es la idea que tenemos que incorporar para no cerrarnos a ninguna explicación.

La grieta aparece hace un tiempo como otro ingrediente que hace foco en la negación del otro como salida y superación, a nadie que realmente quiera mejorar la calidad de vida de la gente con sinceridad, puede ocurrírsele que esa sea la salida a los grandes problemas que nos aquejan, sino todo lo contrario: nos lleva a profundizar las diferencias y a ocultar los puntos de coincidencia, negando el consenso en la práctica.

Entonces, hacer foco en las ideas, recuperar el debate hacia adentro y entre partidos, salir de la idea de entender que el éxito es conseguir las mayorías a cualquier costo porque en ello la que pierde casi exclusivamente es la gente, entender que la negación del que piensa distinto no es la fórmula de nada, solo del mantenimiento de nuestro propio microclima y la no aceptación de las diferencias propias de las sociedades democráticas que merecen la incorporación y el empoderamiento de las diferencias sabiendo que la negación solo cultiva violencia, actuar de manera transparente y mejorar las instancias de participación de la sociedad en lo público y por sobre todas las cosas escuchar y prestar atención a las personas, pero especialmente a los diferentes colectivos porque esa es una forma de superar situaciones de injusticias.

Estos son solo algunos mínimos aspectos que tendremos que transitar de manera colectiva todos los que creemos fervientemente que la política es la única manera racional y organizada de resolver de manera pacífica los problemas de la sociedad y mejorar el bienestar de la población, incorporando a esta democracia de candidatos o audiencias lo mejor de la democracia de partidos, el gran desafío es generar nuevamente esos lazos de confianza donde quien represente realmente lo haga en el sentido más profundo del mismo: hacer presentes los intereses de los que son representados, porque es un problema de una credibilidad que hoy, en unos casos más y en otros menos, está trizada y con sobrados argumentos de la gente para que así sea.

 

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